sábado, 6 de diciembre de 2008

Simplemente... TOPIDOKI


Si hay una cultura que emana serenidad y constancia en la fuerza de voluntad, sin duda es la oriental. En japonés TOKIDOKI significa “…a veces”. Considero esta palabra mágica y con una gran carga de responsabilidad.
Es la palabra que permite las excepciones que confirman las reglas, porque no siempre todo puede ser igual …a veces, es necesario un cambio, por pequeño que sea, para alcanzar la perfección.
Es la palabra que te permite una equivocación, porque no siempre estamos en posesión absoluta de la razón …a veces erramos y, si somos mínimamente inteligentes, sacamos partido para aprender a no volver a fallar.
Es la palabra que sorprende a tus propios pensamientos cuando se topan de frente y sin cita previa con los sentimientos que un día se arrumbaste con la esperanza de ser eliminados. Porque no siempre lo que se cree sentir es cierto …a veces es necesario toparse con la realidad y sentir in situ la auténtica verdad.
Es la palabra que consigue darle el valor a cada momento vivido, cuando frenas, analizas y haces balance; porque si siempre vivimos lo mismo, siempre sentimos lo mismo, siempre deseamos lo mismo… es que estamos muertos. La vida es un continuo vaivén de experiencias, historias y situaciones que de pronto te sitúan arriba, muy arriba y, tristemente …a veces abajo, muy muy abajo.

Es la palabra que demuestra que las cosas siempre son lo que son auqneu ...a veces nos son lo que parecen; sólo son lo que nos dejan creer o lo que nos emperramos en ver.
Ayer trabajé hasta tarde, hasta las 5 y algo de la mañana. Y hoy me desperté sin la redondez de mis ojos, me sentí cuanto menos japonés. Incluso por dentro me sentía diferente. Me despierto con ganas de sentirme guapo, de arreglarme y falsificar un día más por un precioso viernes soleado de invierno. Me ducho dejando que el agua corra por mi nuca y arranque negatividad. Hoy quiero sonreír y para que luzca más, incluso me afeito esa barba de 5 días.
Salgo a la calle y hace sol. Me monto en el Mercedes y vamos a desayunar. Una mañana de yupis tomando café en la plaza de la catedral de Terrassa. Y de repente, nos ponemos a trabajar. Y vamos a los bancos, la peste del momento, y mientras Xavi realiza sus gestiones me quedo en la puerta hablando por teléfono y me encuentro con Lucas, el bebé más dulce y guapo paseado por su tía. Hace tiempo que no nos veíamos, tuvieron que marchar al piso de su madre porque les era imposible pagar la hipoteca del suyo y lo alquilaron. Este mes las inquilinas se van y ella estaba en la puerta del banco a punto de entregar las llaves porque ya no puede pagar después de la última revisión. En este momento te enfrentas con la vida real, con la mierda de sistema que exprime al débil hasta que consigue destrozarle la vida… aunque bueno, el señor banquero le ofrece una solución, en E.E.U.U. mucha gente vive en caravanas. Mal nacido, en una caja de pino debería estar él. ¿Con qué derecho pueden hablar así impunemente?
Tras charlar un rato y quedar para la próxima semana, continúo el camino al trabajo y me encuentro con alguien que no veía desde hace exactamente dos años y dos meses. Alguien a quien creía que si me la encontrara cambiaríamos de acera por no saludarnos… pero sí completamente contrario a lo que pensaba me saludó y cruzamos las dos cordiales frases estipuladas por el decoro y el saber estar; evidentemente sin ganas de volver a saber el uno del otro… pero siempre con educación.
Cuando te has caído y levantado. Cuando vivido la derrota y la victoria. Cuando has estado en el infierno… ya no tienes nada que perder y empiezas a vivir. Entonces sabes apreciar la vida…
TOPIDOKI.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Laly:
A veces es la palabra comodín para eludir equivocaciones y a si sentirte mejor contigo mismo.