sábado, 19 de abril de 2008

¿ SUSHI CON TENEDOR ?

RiiIIiiIIing RiiIIiiIIing
- ¿Si?
- No hagas planes esta noche, tu hermano nos invita a un japonés para cenar.
- Guay, un japo. Será la primera vez.

Lo cierto es que nunca había visitado uno. Siempre oí comentarios de lo que en estos restaurantes se puede degustar, aunque en realidad nadie sabe decirte ciertamente qué es cada ingrediente... bueno sí: el arroz, ese si es claro.

Vestidos para la ocasión -por aquello de que son de cuenta cara- nos plantamos a las puertas de oriente. Allí está una chica de larga melena negra como el azabache y lacia como la seda que cubre su torso... que no es la camarera!!! Que es la Mireia, también vestida para la ocasión y compitiendo con las anfitrionas del local.

Un menú de degustación para probar un poco de todo lo que nunca has probado es la mejor elección aconsejada por quienes son asiduos clientes del lugar.
Palillos en mano, de primero una ensalada -perfecta para la recien estrenada dieta- aliñada con una de esas salsas que mejor no intentes preparar en casa, pero que hacen que el pepino sea un manjar.
En góndola llega el segundo una preciosa góndola de madera con montoncitos de sushi por pasajeros. Por fin, ha llegado el momento de la prueba de fuego. Me decido a probarlo y la sorpresa es grata, de textura gelatinosa y suave al paladar con un ligero toque de picor gracias a esa salsa verde que nadie sabe explicarme de donde procede, pero que como mínimo es químico.
Puedo corroborar que está sabroso, pero mi mente me traiciona y me empieza a recordar que no deja de ser pesacado -nadie sabe qué tipo de pesacado- y que está crudo, ni un poquito por la sartén o la plancha. La verdad es que no puedo seguir, 4 son suficientes y mi interior suplica que el siguente plato sea más consistente o que por lo menos, la elaboración sea más occidental.
Mis súplicas son escuchadas y sirven arroz... esto sí lo conozco.
Le acompañan pastelitos de gambas, creppes de langostino y gambas rebozadas. Cuando empezaba a creer que una rampa se apoderaba de mi mano decido que los palillos son muy cool, pero como el mestizaje de culturas es lo más, me rindo ante el tenedor y sucumbo a su comodidad.

MMMMMMMMMmmmMMMMMmmmmmmMMMMmmMMMMMmmmmMMMMM
Delicioso. Cuando sinceramente mi estómago había llegado a su límite -previamente reservando su hueco para el postre- vuelve a aparecer la frágil nipona con dos suculentos bogavantes.
No importa, reduzco el hueco del postre... y mereció la pena.
Postre? Un helado a la plancha... Dios Dios Dios, buenísimo. Sin palabras.
Una velada impecable con una compañía genial. Muchas gracias Jordi y Mireia, sois la caña.
Espero que tengais tantas ganas de repetir como nosotros.

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