jueves, 11 de febrero de 2010

La Manzana



¿Me crees ahora cuando te repito que tenemos una mente prodigiosa que juega con nuestros órganos cuales títeres para protegernos de la realidad?
Tus ojos observaban cuanto exista en su perspectiva, pero tu mente sólo te dejaba ver lo que a ella le interesa, lo que a tí realmente te interesa para estar bien.
Te perdías en un bosque y jurabas pasear entre una infinidad de árboles.
Cada pellizco de realidad era una caricia mal dada. Abogada del diablo, justiciera de los casos perdidos. Debota de San Judas Tadeo, vivías esperando mientras tanto y, te seguías engañando mientras tanto.
...y mientras tanto maquillabas una sonrisa y se hundía tu mirada.
...y ...y ...y
...y acabas de sentir un golpe en la espalda; un golpe que de nuevo sientes como una caricia mal dada. Pero este golpe es diferente. El dolor del golpe, ése quemazón, no te deja sentir cómo poco a poco te desangras por la puñalada recibida.
Pero aquí, allí y en todas partes están las transfusiones de ánimo, tus puntos de sutura que atan y sujetan tu sbuenos sentimientos y los de la gente que realmente estamos a tu alrededor, haciéndote parte importante de nuestras vidas.


Porque eres importante, no lo dudes.


Porque no podemos permitir que el recuerdo de una verde manzana brillante, hoy podrida de golpes y amargor, pretenda persistir en el cesto corrompiendo tantos motivos de alegría sin dejarlos aflorar.


La cuota de permanencia en tu corazón vale bastante más de lo que ni tan sólo amaga cotizar.

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