jueves, 18 de octubre de 2012

Un Angel sin guarda

Si hoy me atrevo a escribirte estas palabras quizás sea por la seguridad que la cobardía otorga cuando sabes que no las leerás.
La ironía de tu nombre y tu situación no me dejaban otra opción.
Camino de los once años de aquéllas interminables conversaciones hasta las 8 de la mañana. Confidencias por doquier que nos brindaron una amistad asumida y comprendida con su distancia y circunstancias. Con sus deseos y sus realidades. Con sus hechos y sus intenciones.
¿Recuerdas tu primera frase al recogerme en el Aeropuerto? Fue un consejo: "Niño, a ti te hace falta un buen potaje!!!"
Yo te hice caso...y a la vista está que hoy podríamos decir que me comí el que me faltaba y un par más por si acaso.
¿Imaginas cual fue mi impresión desde la primera noche de reencuentro? Casi el mismo consejo para tí: "Niño, a tí te hace falta un buen potaje... pero de autoestima!!!"
Me oíste, incluso por momentos sentía que me escuchabas. Llegaste a comprender y también me hiciste caso. Recuerda siempre que des un paso, caminarás, correrás y algún día llegarás a saltar pero siempre cauto y con paciencia... las caídas en movimiento duelen más que parado.
Dicen que la distancia lleva al olvido, pero a mi me produce anhelo. Nostalgia de frases filosóficas e idílicas rebozados de arena en la orilla de la playa agarrando un buen ron en vaso ancho.
Esta cultura del vino (extensible a todo tipo de alcohol en consecuencia) relaja, evade y desinhibe hasta el punto de dejar frases para la posteridad tan absurdas para unos como profundas para otros.
Y es que es cierto que once años no son nada cuando se sigue siendo un mismo, con distintas circunstancias pero la misma esencia.
Haber podido disfrutar estos días en compañía de los tuyos y los míos en la harmonía del buen afecto y cariño ha sido un regalo. Seguramente poco entendible para aquéllos de mente algo turbia o contraria a lo que sus palabras dicen.
Y a hechos demostrados como éste, me remito al decirte que hagas lo que tu sientas y no lo que los demás indiquen, porque no siempre lo que oigas será de corazón y casi nunca sin intención.
¿Sabes cual es mi meta? Llegar al final de mis días y tener unas horas antes de dormir eternamente para poder valorar si conseguí ser el titiritero de mi vida o la marioneta de mi entorno. Necesito esas horas para decir a toda mi gente que la quiero, que sepan y sientan que lo demostrado en los momentos que hayamos pasado juntos era cierto, que mis agrios prontos eran tan reales como los abrazos o miradas cómplices, que lloré ante ellos porque compartí lo más íntimo y no sólo las pasajeras risas de sol y cerveza.
Necesito saber y que sepan que ante todo fui yo.
Me gustaría hablar contigo cuando pasen otros once años y se nos escape una sonrisa mientras me dices que por fín te encontraste y eres feliz viviendo tu propia vida sin guiones ni cortapisas.
Aunque no lo sepas eres nuestro "pajarillo".
Hace mucho tiempo que te abrimos la puerta de tu jaula... vuela y disfruta de tus alas.

2 comentarios:

Blanca dijo...

Que bonito todo lo que dices y que bonito como lo dices. ME ENCANTA

Anónimo dijo...

Precioso,